Miércoles, 08 Junio 2011.
Ha pasado ya una eternidad, allá por los 70, yo era un chaval de 18 años, que se compró su primera cámara, una Kodak Instamatic 133X, con ella comencé a ver el mundo a través del visor, sobre todo imágenes para el recuerdo.
Pasaron unos añitos y como aún seguía enganchado a la fotografía, me compré mi primera réflex, una Yashica FX3; aún la conservo junto con dos objetivos un 50mm 1:2 y un 85 mm 1:2,8, además de un flash de la época, un Metz.
Por esta época, me picó la curiosidad de conocer el proceso del revelado y positivado en B&N, el color sólo estaba al alcance de grandes laboratorios, me puse manos a la obra me compré una ampliadora que no recuerdo ni la marca y que lo único que conservo de ella son las lentes, de esta forma, empecé con mis primeros revelados y positivados en B&N. El tipo de fotografía que hacia eran principalmente retratos y fotos de recuerdo.
Pasé unos añitos con mi FX3, hasta que el mundo de la electrónica dio un salto evolutivo y comenzaron a salir cámaras con una electrónica avanzada, una de ellas fue la CANON AE1, que fue la que al final compré y con la que me introduje aún más en este mundo, comencé con coleccionables de fotografía, a leer libros sobre el tema y sobre la química fotográfica. Recuerdo que tenía que desplazarme a Madrid a comprar productos químicos, pues aquí en Toledo la tienda que más tenía era la de Regino, situada en la calle Toledo de Ohio más conocida como la cuesta de Belén, pero el problema es que no pasaban de tener tan solo los 4 o 5 productos básicos.
Me preparaba reveladores de varios tipo, viradores etc, todo ello con el riesgo asumido quizás inconscientemente, que existía a la hora de mezclar productos químicos, pues usaba entre otros Ferricianuro Potásico, ácido clorhídrico, ácido sulfúrico y muchos más.
Recuerdo también ir a Madrid a comprar a una tienda “Establecimientos Aquí”, que no se si existe aún, (creo que sí), estaba en la calle Espoz y Mina al lado de la puerta del sol a comprar latas de negativos de donde después en el laboratorio de casa, cortaba y montaba en el carretes de hasta 50 fotos si no recuerdo mal.
Pasé muchas horas en el laboratorio que tenía en una habitación que da al patio en la casa de mis padres, observando el milagro de ver como se formaban las imágenes en el papel bajo la luz roja de la habitación.
Después de otros añitos más y con las ansias de aprender, tome la decisión algo complicada de meterme en el revelado a color, por lo que me compré una nueva ampliadora, de esta si me acuerdo de la marca, era una DURST, y un analizador de color de la marca PHILIPS, así como mantas eléctricas para mantener la temperatura critica de los baños de revelado.
El proceso de color era muy complejo y se necesitaba muchísimo más tiempo que el B&N. Como anécdota contaré que para el comenzar con el proceso de positivado la iluminación que debe de tener la habitación es minúscula, vendían unas bombillas especiales, pero costaban una pasta, así que me fabriqué una bombilla que recuerdo perfectamente, estaba hecha con un botellín de cerveza Calatrava, donde se le introducía una bombilla de linterna de 1,5V; esa era toda la luz que podía tener, y como consecuencia tenía que estar en el laboratorio 30 minutos antes para que mis ojos se acostumbraran a esa luz y poder comenzar el proceso de análisis y positivado.