Siempre son únicas, encantadoras y atractivas. Nunca cansan, así que es comprensible que la gente se siente frente al sol y haga lo que sea, un rato, mirando cómo el astro rey está a punto de ocultarse, siempre en algún lugar en el inmenso océano. Pocas puestas de sol como las de Cádiz.