En el día de San Blas, 3 de febrero, hacen aparición los Zarramaches, unos personajes de carácter grotesco que en el pueblo abulense de Casavieja son quienes protagonizan esta singular mascarada.
La tradición oral más reciente cuenta que los pastores que cuidaban los ganados en la sierra bajaban vestidos de esa forma para asustar y jugar con los niños el día de la celebración. Aunque sin duda su origen se pierde en los tiempos.
Hoy son los quintos y las quintas quienes se encargan de mantener viva esta curiosa fiesta. Después de la misa y durante toda la mañana se suceden las carreras detrás de los chiquillos que trataran de esquivar los azotes y quitarles sus largas varas.
En la foto aparece uno de ellos (en este caso una veloz chica) a toda pastilla moviendo las cintas de colores del capirote y haciendo sonar los cencerros por la calle principal a la caza de los pequeños.