Praga es una ciudad de contrastes. Entre la zona centro, la monumental, y la periferia. Entre los comerciantes de la zona centro y los viandantes de la zona residencial. Es insólito ver un edificio de esta zona pintado o rehabilitado en los últimos años. El hollín de las calefacciones de carbón se ha adherido a las paredes, dejando una amalgama de tonos grises. Da igual que la pintura fuera blanca, o el edificio fuera de piedra. En ciertas zonas, no hay otro color. Casi.