Un año más tengo la oportunidad de disfrutar de esta fiesta tan original y típica de varios pueblos del oriente asturiano, llamada “plantación de la hoguera”. No hay en realidad tal hoguera, sino un pesadísimo y largo tronco de eucalipto que los mozos cortan, preparan, trasladan y finalmente “plantan”, es decir elevan en vertical en un lugar destacado del pueblo.
Al revisar esta toma no he podido dejar de recordar aquella letra de Miguel Ríos: “necesitamos muchas manos, pero un solo corazón, para poder intentar el exorcismo”. Porque aunque esto no sea un exorcismo, sí tiene mucho de labor colectiva de una comunidad, y como tradición ancestral y multisecular (no tanto con el eucalipto, que no llevará por estas tierras mucho más de un siglo) seguramente expresa la idea de que ese esfuerzo colectivo ayuda a conjurarse contra el infortunio, y a proteger al pueblo un año más, buscando atraer la fortuna para todos. Y nada de esto se conseguiría sin un intenso trabajo colectivo y muchas manos dispuestas a entregarse a esa causa común…