JOSÉ MARÍA MORENO (PRONTOR) (Ganador del Reto del mes de Diciembre, AUTORRETRATOS)

> Miércoles, 05 Enero 2011

Mis ojos se encontraron con Toledo cuando nací, en el 52, frente al Paseo del Miradero.
Mi relación con la fotografía empezó allá por el año 65, cuando mi padre instaló un pequeño laboratorio en blanco y negro, en una habitación destartalada, con la intención de revelar las fotos que hacía para el periódico y que tomaba con una antigua cámara kodak Retina de 35 mm que conservo. Pero resultó que la urgencia de las noticias le llevó a seguir pidiéndolas a Foto Flores, que estaba en Zocodover y que algunos recordarán, y yo, entonces, pues me apoderé inmediatamente de la vieja ampliadora Laik y de aquél elemental laboratorio, absolutamente fascinado cuando vi, por primera vez, aparecer las imágenes en las cubetas como por arte de magia.
Aquél ambiente a la luz roja, oscuro, totalmente insalubre, sin ventilación y con un fuerte olor a ácido acético y a fijador pasado (entonces yo no sabía que el fijador se pasaba…) aquél ambiente os aseguro que no se olvida y que muchos fotógrafos, ahora en la era digital, pagaríamos para volver a vivirlo.
En aquéllos tiempos no había escuelas de fotografía, ni privadas ni públicas, por lo que todos aprendimos pues a base de meter la pata y con la ayuda de los poquísimos libros que podíamos adquirir con mucha dificultad, algunos de la editorial Omega (magníficos por otra parte) y de la editorial Daimon o aquéllos manuales titulados “Aprende fotografía en 15 días” ó “La fotografía es fácil” que lo que hacían era acomplejarte todavía más pues aquello de fácil no tenía nada.
Bien es verdad que nuestros valientes antecesores lo tuvieron aún peor, pues se tenían que fabricar las propias placas y emulsionar sus propios papeles. Entonces, por lo menos, podíamos comprar los rollos de película y el papel fotográfico ya fabricados.
Bueno, aquél veneno se apoderó de mí y con el tiempo se ha ido acrecentando de tal manera que, aunque ejerzo de aparejador en la Consejería de Educación, me considero fotógrafo a todos los efectos pues somos lo que hacemos y yo hago fotografías, más que cualquier otra cosa. Además Hacienda y yo tenemos un contrato desde el año 75 que consiste en que yo pago y Hacienda no.
Respecto a los contenidos mis trabajos comenzaron, como el de casi todos los fotógrafos: en la “BBC” (siglas, que como todo el mundo sabe, son las “Bodas, Bautizos y Comuniones”) y cansado un poco de esta “temática” mi dedicación fotográfica caminó por las circunstancias de lo posible y lo posible ha sido algo que ahora no está nada de moda y es bastante difícil de asumir, mis trabajos han sido, en su gran mayoría, clásicos, comerciales y publicitarios y me he sentido muy bien realizándolos, con la máxima de hacerlo cada vez mejor, no comparto el estereotipo de vestir la fotografías de calidad por el hecho de ser colgadas en ferias o galerías en tamaños descomunales, (si alguien ha estado recientemente en Arco sabe lo que digo) de hecho ya no se llaman fotografías, es preciso llamarlo “arte conceptual sobre soporte fotográfico” ...vivir para ver. Tampoco comparto la dicotomía "fotos de encargo-fotos de autor" , para mí, es absolutamente lo mismo.
Sin pretender la más mínima comparación, muchos de los grandes fotógrafos de prestigio mundial como Ansel Adams, Paul Caponigro, Edward Weston y Alvarez Bravo, por ejemplo, y otros muchos a los que admiro, fotografiaban de encargo como así lo hicieron grandes artistas de la pintura y no se objetan para nada sus contenidos, hasta su obra personal no iba más allá del paisaje, del retrato y de los pimientos que tenían a mano. Yo creo que lo que realmente importa es el talento y la maestría que aplicaban a las imágenes para transmitir las emociones que sin ninguna duda experimentaron cuando trabajaban.
Me declaro, por tanto, formalista a todos los efectos y casi en sentido puro y aunque adoro la buena fotografía costumbrista y social de Robert Doisneau y algunos otros, me aburren los mensajes, la intencionalidad y los conceptualismos. Sólo pretendo con mis fotos, compartir las sensaciones y emociones que a mí me provocaron cuando las hice, nada más.
Equipos, pues he tenido y usado de todo. Desde formatos subminatura de 8x11 mm hasta enormes cámaras de negativos de 50x60 cms. (ésta no era mía). La mayor parte de mis trabajos han sido diapos 6x6 de la Hassel y 10x12 de la Sinar, todos ellos empaquetados tras una dura y amarga reconversión a lo digital.
Termino ya pidiendo disculpas por el rollo -debía haber dicho todo esto con una foto sin pie- agradeciendo de corazón la existencia de esta asociación, que me ha aportado un enorme ventanal de aire fresco a los muchos años de soledad fotográfica en esta ciudad. Levanto mi copa por todos vosotros y aquí me tenéis para seguir aprendiendo y colaborando en lo que pueda.

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