A la torre le han puesto un impermeable o preservativo, pero incluso así la catedral se ve muy guapa cuando se mira en el espejo de la charca en mañanas soleadas y con sus mejores galas de otoño.
Sí, sé que debería haberla volteado y que está pelín (o muchín) saturada de más, pero no todo van a ser fotos realistas y sin casi tocar. Aquí he querido maquillar una imagen ya clásica de las que se toman a diario en Toledo.